La arruga es bella
Recuerdo las palabras de Adolfo Dominguez y reflexiono sobre las arrugas de la moda y en la moda.
Voy en el metro. Son las 8:45 de la mañana. Llevo un camisa de rayas blancas y verdes oversize. La marca no es relevante. Antes de salir de casa, ya era consciente de que no estaba planchada. Pero me ha dado igual. Ay si mi madre me viera…
Quizá, ahí resida la cuestión: el no arriesgar o expresarnos por el qué dirán. Trasladado al mundo de la moda, esto cobra más importancia aún. La reflexión que ciertos diseñadores hacen con tejidos, cortes o formas representan esa individualidad y mensajes subliminales que a veces pueden quedar perdidos entre tanto hype, bestsellers y tendencias rápidas.
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¿Mensajes subliminales?
Mi camisa con arrugas me lleva aquí: la perfección como símbolo de status (como decía Juan Ramón Jimenez). Esto pasó de ser lo establecido a una cuestión de crítica. En los años 80, los círculos intelectuales de la moda, como el diseñador Martin Margiela o la conocida santísima trinidad de diseñadores japoneses (Issey Miyake, Rei Kawakubo y Yohji Yamamoto), pusieron encima de la pasarela una reflexión intelectual sobre lo establecido y lo que era el buen vestir.
En España también tenemos nuestro icono intelectual: Adolfo Dominguez. Este famoso diseñador gallego presentó en 1982 la belleza intrínseca de los tejidos y de las personas, recogiendo la visión filosófica de la firma. Tomando la arruga como parte de la belleza que quiere crear (uno de sus objetivos como costurero), la durabilidad y la estética se embarcan juntas en este estilo propio que no ha dejado indiferente a nadie.
El célebre diseñador aplaude la arruga en las personas como una consecuencia del esfuerzo invertido y de su extensión a lo largo del tiempo. Esta arruga la extrapola a la ropa: los pliegues naturales de los tejidos también son parte de su belleza natural.
Miuccia Prada ha utilizado el poder de la arruga con otro significado. Ella quiere representar la domesticidad burguesa con pliegues en sus vestidos y faldas. Las marcas de la plancha más allá de ser una negligencia suponen un guiño a la destreza, un canto al arte de la plancha.
Apostando por la arruga
La realidad de la perfección en la ropa no es más que un espejismo de un pasado almidonado que huele a naftalina: cuando las mujeres (solo) eran amas de casa o las familias pudientes contaban con sirvientes que trabajaban día y noche para que sus señores fueran impolutos. Una vida pasada y lejana que para aquellos que hoy tenemos treinta o treinta y muchos no recordamos con nostalgia.
Aunque Instagram nos demuestre lo contrario, hay que empezar a aceptar que la vida, no es perfecta. Como tampoco lo es la manera en la que una camisa vive en nosotros a lo largo de un largo día de oficina, vida social y recados.
De una manera u otra, las arrugas en la ropa (al igual que en nuestra piel) se convierten en algo que no necesita ser eliminado, ni aniquilado: forman parte de ese mensaje que debemos mandar al mundo, de realidad y amor por el paso del tiempo. Nuestras madres estarían orgullosas de esto.
Cierro mi reflexión con…
Con mucho amor, te leo mientras me preparo para aterrizar en tu email next week con un nuevo tema.