¿Se nos rompió la magia de tanto usarla?
Me gustaría saber qué clase de agujero negro ha absorbido la teatralidad, la emoción y la fantasía que caracterizaban los desfiles de moda.
Antes, el despliegue era magnífico. Era como abrir un libro y trasladarte a un lugar, una época y una historia distinta. Era como cuando en el antiguo Egipto los faraones mandaban hacer titánicas construcciones que aguantaran el paso del tiempo y perduraran para siempre. Antes, los desfiles de moda eran (en general) grandiosos.
Creo que, de pequeña, eso fue lo que más me cautivó de la moda. La magia que desprendía, todas las historias que se podían contar en un solo lugar, en un solo momento. Viajar estando sentado, conectar estando en soledad.
Es cierto que, los desfiles prêt-à-porter son siempre más directos, con prendas más ponibles que puedan ir de la pasarela a la calle. Pero aún así siento que hasta estos desfiles de temporada han caído en picado. Como dijo Maria Jimenez: ¿Se acabó?
Más que desfiles
Alessandro Michele (exgucci), Denma Gvasalia (exvetements), Alexan McQueen (su marca homónima), Karl Lagerfeld (exchanel), Hussein Chalayan (su marca homónima) o Issey Miyake (su marca homónima) nos hicieron volar, creer, sentir; olvidar por un momento los problemas mundanos y conectar con una burbuja de ensueño: han sido y serán magos de la moda.






Subieron encima de la pasarela historias (bonitas y feas) que te hacían pensar, reflexionar, creer. En definitiva, te inspiraban e inspiraban a la marca para convertirse en algo que trascienda el espacio y el tiempo.






Más que asistir a un desfile, parecía que estabas disfrutando de una obra de teatro o formando parte de un performance en directo. Las prendas eran el pegamento que unían la historia con la atmósfera y el arte performativo se utilizaba como recurso para diferenciar una marca del resto.
El efecto Galliano
En los 90, John Galliano aprovechó el potencial del desfile como algo más que una plataforma para vender prendas. Creó la pauta que siguen los desfiles teatrales que hoy los grandes conglomerados llaman experiencias inmersivas. Se incluye la danza, música, cinematografía… y cualquier recurso que cree una puesta en escena inolvidable. Luego, todos le siguieron.
Y después de tanto tiempo, Galliano volvió a ser Galliano. Este año nos volvió a trasladar a este mundo de fantasía (y también oscuridad), adentrándonos en una estación de metro para el desfile de alta costura de Maison Margiela 2024. ¡Gracias!
Cuando el negocio y la magia dejan de ser compatibles
La industria de la moda es, por naturaleza, contradictoria. El crecimiento continuado del negocio no es muchas veces compatible con la idea de crear un universo artístico que marque la diferencia.
Los grandes conglomerados de moda (LVMH, Kering…) son los que manejan el timón del barco y el lujo, la exclusividad se han rendido a un modelo que más se parece al fast fashion y poco a los orígenes de las grandes maisons. En la nueva serie Balenciaga disponible en Disney + se cuenta con gran maestría el cambio que los diseñadores tradicionales tuvieron que hacer al prêt-à-porter. También cuenta cómo de ahí, las copias y lo que ahora conocemos como fast fashion crearon un nuevo hacer que era totalmente antagónico al ethos de cualquier diseñador de moda.
Quien decide hacerse diseñador es porque quiere (necesita) expresar y crear una narrativa con la costura: como Galliano o, más actualmente, Alessandro Michele. Quieren hacernos soñar, explorar un camino, ser mesías de una manera de vivir, sentir y estar en este mundo.
Si la magia de la moda se acabó, ¿entonces qué nos queda?
Os leo 👀 Siempre con amor, hasta la próxima ❤️
Lecturas que he descubierto esta semana:
- donde combinan el humor y el conocimiento de la industria de la moda en un mismo espacio.
- lectura liviana ideal para personas cosmopolitas como nosotrxs.
Nos quedan el front row y los influencers 🥲